Para no Ideologizados

Por Moisés C. Pérez Sánchez

En esta entrega haré una reflexión de cómo es que llego a ganar la elección en 2018 López Obrador. La opinión que comparto aquí es para personas no ideologizadas, pues se harán señalamientos y además, por razones de espacio seré muy sintético para explicar el proceso electoral de ese año, obteniendo 30 millones de votos para la Presidencia de México, cuando en procesos anteriores no obtenía ni siquiera los 6 millones de votos.

¿Por qué ganó López Obrador en 2018? ¿Qué representa López Obrador?

La respuesta se podría decir que fue por su carisma, la preocupación por los más pobres y su gran amor a México. La verdad no es así. Durante los gobiernos después de Miguel de la Madrid Hurtado se inicia una ola de nuevos políticos llamados los tecnócratas, quienes empezaron aplicar políticas sociales y económicas contrarias a las que se venían aplicando en gobiernos anteriores. Otras de las modificaciones que se dan en esos años es la transición democrática, tan es así que en el año 2000 se da el triunfo del Partido Acción Nacional (PAN) con su candidato Vicente Fox Quezada. 

Eran muchos los que añoraban los años dorados de los gobiernos totalitarios, incluso el escritor Vargas Llosa declaró que en México se vivía una Dictadura Perfecta. Además de estos, había otros más que habían sufrido el desencanto de la democracia pues consideraron que era la fórmula que curaba en automático los males que padecía el país.

“Durante decenios México vivió en la certidumbre de que en todas las elecciones ganaría el partido oficial que encarnaba el nacionalismo revolucionario y pretendía representar la auténtica identidad de los mexicanos” (Roger Bartra, Regreso a la jaula). Esta es la razón, la melancolía que avivaba en aquellos que habían estado cerca de ese círculo y que en su momento vivieron la estabilidad económica y por supuesto también se beneficiaron.

En 2018 el candidato López Obrador ablandó su dureza que venía manejando durante más de diez años y viró hacia el viejo autoritarismo priista, a la política nacionalista revolucionaria, como el tren turístico maya, la construcción de refinerías nuevas, no subir los impuestos a nadie, la eliminación de la corrupción, los millones de becas a jóvenes para trabajar en el sector privado, la clausura de la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco y los drásticos recortes en el gasto para alcanzar una “austeridad republicana”, de esta manera logró conseguir mayores adhesiones a su causa.

La alianza compuesta por el PAN, el PRD y el MC, encabezado por Ricardo Anaya representaba la propuesta de la parlamentarización del sistema político; es decir, acotar la fuerza del presidente como en otros países, donde la figura del Primer Ministro es de mayor relevancia. Asimismo, se impulsó el ingreso básico universal.

“La propuesta de un ingreso básico parte de una noción de trabajo que choca frontalmente con las concepciones tradicionales. Se plantea que es necesario impulsar una nueva forma de libertad: la libertad de no trabajar o de decidir libremente el tipo de trabajo que se desea… la idea esencialmente es eliminar la pobreza extrema, para ello el Estado deberá otorgar un pago básico a todos, se encuentren empleados o no, independientemente de la edad, el estado civil y el ingreso. Este ingreso básico está pensado para proporcionar a todos un piso firme para sostenerse y para dar oportunidad a muchos en busca de empleos” (Roger Bartra).

No fueron entendidos estos preceptos y la conclusión fue que Ricardo Anaya resultaba más peligroso para el PRI que el líder de MORENA. La maniobra de Peña Nieto consistió en poner a la Procuraduría General de la República para crearle una acusación de corrupción y después de la elección fue desechada por absurda, la reacción que ocasionó esa jugarreta de Peña Nieto fue directamente en beneficio de López Obrador. Además, hubo un rotundo apoyo del PRI hacia MORENA, los gobiernos estatales también se sumaron a las causas de López Obrador a fin de que Anaya no consiguiera el triunfo. Dice Bartra era increíble que existiera una gran “masa que escogiese la opción menos inteligente”.

“Era comprensible que la parte más empapada de priismo de la ciudadanía aspirase a un retorno a viejo autoritarismo, pues creía que la modernidad auspiciada por el llamado neoliberalismo, de Salinas de Gortari a Peña Nieto, no satisfacía sus anhelos. La frustración se expandía con fuerza y la nueva democracia era vista por muchos con desprecio, pues era la causa de que el pasado añorado se hubiese alejado” (Bartra).

Ese priismo representa dos vertientes la tecnócrata y restauradora. La primera se presenta como moderna, pero arrastra lo corrupto y autoritario; la restauradora ha derivado a la expresión populista conservadora y reaccionaria de MORENA. ¿Entonces qué representa López Obrador y su partido? Representan al populismo reaccionario y sueña con volver al priismo de los años sesenta y setenta. Basta ver las personalidades que tiene a su alrededor.

En el 2018 me preguntaban que podía pasar sí ganaba López Obrador, mi respuesta fue contundente “lo que le podría pasar a México era que le fuera mal”, todavía más de lo que ya estábamos viviendo en aquellos años, el enriquecimiento ilícito de Peña Nieto y el más alto índice de corrupción en esa administración. Hoy no se ha visto un gran avance en lo económico, la pandemia vino a desnudar nuestras miserias en el sector salud, pero el inquilino de palacio dice que eso se debe a los gobiernos corruptos del pasado y que él lo va a resolver trayendo el cambio para México a través de la Cuarta Transformación. ¿Y qué es la Cuarta Transformación? Al tiempo…

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“Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento de Imaginario Social”.

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