El Diálogo

Por Moisés C. Pérez Sánchez

Una de las mayores vocaciones de la democracia es el Diálogo, pues a través de él se pueden lograr consensos, ya que permite la comunicación, el conocimiento, la comprensión, la empatía y por supuesto acuerdos entre los actores políticos. Además, es instrumento de coordinación entre las mayorías y las minorías, pues en el proceso de la toma de decisiones, todos los involucrados tienen el derecho de expresar sus puntos de vista para ser tomados en cuenta de manera significativa y consensuada.

Cuando una sociedad demuestra su cultura democrática es porque existe una fluidez en las relaciones entre gobernantes y gobernados; ciudadanos, organizaciones y Estado, gracias a los valores que la sustentan como la igualdad política, la libertad, la tolerancia, el pluralismo, la legalidad, la participación, y, por supuesto, el diálogo.

El diálogo es un recurso de gran importancia pues evita la exclusión, la fragmentación, el monólogo, la indiferencia, la intolerancia y desde luego, la violencia. En síntesis, como lo diría la doctora Laura Baca Olamendi: “el diálogo hace posible que en la relación con el «otro» y el «diferente» pueda desarrollarse un intercambio (…) Dicho en otras palabras: «entre mis ideas y las del otro es necesario establecer una conexión que concilie de manera flexible ambas posiciones». En este sentido, el diálogo significa el establecimiento de una «comunicación o conversación alternativa con el otro»”.

A lo largo de la historia han existido acontecimientos muy nítidos que han demostrado una enorme tensión entre las partes y para que prevaleciera la mediación o el consenso fue necesario el instrumento del diálogo para dirimir las diferencias. Una de esas situaciones donde se presentaron fuertes contraposiciones, fue en el período de la Guerra Fría, en ese momento se exacerbaron los polos y los actores políticos se enclaustraron en grandes bloques políticos e ideológicos, se era de un lado o del otro. Aquella disyuntiva se presentaba en diversos términos: Occidente versus Oriente; capitalismo versus comunismo; democracia versus autoritarismo; barbarie versus civilización.

Otro claro ejemplo es el conflicto en Medio Oriente, particularmente en Irak. Lugar donde los Estados Unidos privilegiaron la lógica de la ocupación militar para tratar de atender la realidad de aquella región con resultados muy poco satisfactorios. Pero hace apenas unos días el Vicario de Roma llevó a cabo una visita, cuyo proceder fue precisamente a través del encuentro, el diálogo y la compasión.

Con estos dos ejemplos vemos la importancia del diálogo como instrumento de consenso, mediación, respeto y tolerancia. Pero aún existen regímenes donde mantienen posturas radicales como aquellas que enuncian lo siguiente: “estás conmigo o contra mí” o “no los veo ni los oigo”, creando barreras tanto físicas como racionales.

Por ello, para fortalecer el diálogo en este proceso de democratización es importante incluir a muchos para trabajar en su desarrollo y construcción. Entre los involucrados directamente se encuentran los partidos políticos, las organizaciones de la sociedad civil, los medios de comunicación, las universidades y desde luego los intelectuales.

Tanto los medios de comunicación como los intelectuales desempeñan un papel importante en la formación de la “opinión pública” y en la medida que ejercen el espíritu crítico modifican de manera directa e indirecta el actuar político de una comunidad.

El filósofo y politólogo italiano, Norberto Bobbio, quien vivió las controversias de la Guerra Fría nos hace mención de la importancia del diálogo en la vida democrática de un pueblo, de una nación: “La fe en la razón quiere decir confianza en la discusión, en los buenos argumentos, en la inteligencia que dirime las cuestiones oscuras, en contra de la pasión que las hace incluso más turbias y en contra de la violencia que elimina desde el inicio la posibilidad del diálogo”.

Por ello, en estos momentos de efervescencia electoral no debe dejarse de lado los espacios o foros donde se permita y practique el diálogo entre los diferentes actores políticos de nuestro municipio, para conocer las propuestas políticas, los consensos o los disensos de la problemática social que atañe no solamente al gobierno sino a toda la ciudadanía en general.

Hace días surgió la iniciativa de nuestro amigo Agustín Corona y su medio digital el “Imaginario Social” en llevar a cabo una serie de mesas de diálogo titulado: “Hablemos un poco de Política”, donde su servidor, estimado lector, fue invitado para llevar el desarrollo de dicha mesa.

Aplaudo sinceramente la oportunidad y sobre todo la iniciativa, la cual deseo sinceramente que sea un auténtico canal de expresión para todas las diversas ideas a fin de que la ciudadanía tenga suficientes alternativas, primero para crearse una opinión de todos los que aspiran a ocupar un cargo público en los diferentes órdenes de gobierno y segundo tomar conciencia de la importancia de la participación e involucrarse en los quehaceres político-sociales de nuestra comunidad, empezando con el ejercicio del voto y continuar en la toma de decisiones.

Por ende, como sociedad debemos siempre mantenernos atentos y vigilantes en el proceder de nuestros representantes. Como lo decía la filósofa alemana Hannah Arendt que: “Nadie puede ser feliz sin participar en la felicidad pública, nadie puede ser libre sin la experiencia de la libertad pública, y nadie, finalmente, puede ser feliz o libre sin implicarse y formar parte del poder político”. Al tiempo…

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“Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan, necesariamente, el pensamiento de Imaginario Social”.

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